La Masonería, en sentido simbólico levanta un Templo al perfeccionamiento moral de la humanidad. Para esta obra de fraternidad universal, admite en su seno, sin distinción de nacionalidad, raza, creencia religiosa, etc. A todos los hombres libres y de buenas costumbres que se sientan atraídos por este ideal y estén dispuestos a servirle con rectitud de propósitos, claridad, serenidad de juicio y pureza de ideales.
La Masonería no quiere fanáticos, ni sectarios de ninguna clase, sino espíritus libres y comprensivos que no olviden nunca la tolerancia y el amor fraternal que se deben todos los hombres.
La Masonería proclama la existencia de un principio creador al cual llama Gran Arquitecto del Universo, pero deja a sus miembros en absoluta libertad para dar a esta primera causa el nombre y para asignarle los atributos que correspondan a la creencia religiosa que profesen.
También requiere ella de INSTRUCCIÓN LAICA, y su doctrina entera se encierra en esta inscripción: “AMA A TU PRÓJIMO”. La Masonería no cree posible el progreso si no es a base del respeto a la personalidad, la justicia social y la más estrecha solidaridad entre los hombres.
La Masonería se la ha definido de muchas maneras. Quizás una de las definiciones más sencilla es la dada por nuestros hermanos ingleses quienes dicen que la “Masonería es un sistema de moral velado en alegorías e ilustrado por medio de símbolos”. A continuación compartimos algunos de sus preceptos mas destacados:
La Francmasonería proclama la paz entre los hombres como uno de los más altos y permanentes de sus fines. En consecuencia, defiende el orden y respeta las leyes del país en que vive.
La Francmasonería, que aspira a que el mundo sea regido y gobernado por la razón, combate, en consecuencia, la guerra, la violencia y todas las coacciones.
La Francmasonería tiene su origen en la Razón y por esto es universal; pero se diferencia de las religiones en que deja a sus adeptos absoluta libertad.
La Francmasonería no es una asociación pública, ni secreta; sino privada y discreta para el mutuo trato, el perfeccionamiento espiritual, la educación científica y artística y la investigación de la verdad.
La Francmasonería no acepta doctrina alguna como definitiva, como exclusiva, ni como suya; estimula a sus adeptos a que las examinen todas y no limita la actuación de la conciencia ni pone muros al campo de la investigación.
La Francmasonería no cierra sus puertas a los católicos, ni a los protestantes, ni a los judíos, ni a ningún militante de un credo religioso cualquiera, pero los quiere limpios de supersticiones, fanatismos y fundamentalismos y tan cuidadosos, por lo menos, de lo que el hombre debe al hombre, como igual suyo.
Entre la Religión y la Francmasonería no hay incompatibilidad ni semejanza. Aquella no es sino el vínculo que une a los hombres con Dios. Esta tiene como fin el de estrechar las relaciones entre los hombres y agruparlos con principios propios, dentro de lo que no cabe distinción de raza, nacionalidad, idiomas ni creencias, respetando la libertad del hombre de relacionarse con su principio creador.
A fin de evitar una idea equivocada de lo que es la Institución, a continuación se describen una serie de preceptos de vital importancia:
La Masonería no es una institución de caridad ni una bolsa de empleos. Uno de los principios fundamentales de la Orden es hacer el bien y el masón tiene por obligación acudir en ayuda del necesitado.
La Masonería no es una religión. Tiene su filosofía propia que guarda armonía con las iglesias, la escuela y demás instituciones nobles. Las enseñanzas de la Orden trascienden a todos los campos de la actividad humana.
La Masonería no está afiliada a ningún partido político, ni interviene en política, pero lucha ahincadamente por la libertad y la dignidad del hombre.
Debe tener una organización económica que le permita sufragar sus propios gastos y los de sus responsabilidades, así como los gastos que le implique la afiliación y las obligaciones que le sean impuestas en el futuro.
Debe ser un ciudadano íntegro; dispuesto a cumplir sus deberes para con sus semejantes y los que el mismo se imponga.
Debe creer en la existencia de un principio creador, al cual llamamos los Masones “Gran Arquitecto del Universo”.